PROVINCIALES

“LA CONSIGNA ERA QUE LOS RECUERDOS SURGIERAN”

Después de 37 años, Alicia Reynoso, Stella Morales y Ana Masitto volvieron a contar sus historias al predio donde se ubicaba el hospital móvil de Comodoro Rivadavia.
Alicia Reynoso nació en Larroque, Entre Ríos. Ingresó a la Fuerza Aérea en 1980, y en 1982 fue convocada para participar en el Conflicto del Atlántico Sur, formando parte del equipo que integró el Hospital Reubicable instalado en Comodoro Rivadavia, realizando tareas de atención y evacuaciones aéreas junto al resto de sus compañeras. En 1986, abandonó la carrera militar. Stella Maris Morales nació en Villa María, Córdoba, donde se formó profesionalmente como enfermera. Ingresó a la Fuerza Aérea en 1981 y en 1982 también fue convocada, como Reynoso. Ana Masitto nació en Quilmes, provincia de Buenos Aires y realizó sus estudios de Enfermería en la Facultad de Lomas de Zamora. En 1980 ingresó a la Fuerza Aérea como profesional de la Salud, escalafón Sanidad, desempeñándose en el área de Unidad Coronaria. Al igual que sus otras compañeras, en 1982 formó parte del mismo equipo que Reynoso y Morales. Finalizó su carrera militar con el grado de Suboficial Mayor, pasando a retiro en el año 2016.
Estas tres mujeres fueron parte de un grupo de catorce enfermeras que asistieron a los heridos en Malvinas. El director Federico Strifezzo convocó a las tres -que siguen siendo amigas- y todos viajaron a Comodoro Rivadavia, donde Strifezzo filmó Nosotras también estuvimos, documental que se estrena este jueves a las 20 en Cine.ar TV, en simultáneo por la plataforma Cine.ar Play. El viernes 2 de abril a las 22.30 se proyectará por la Televisión Pública, justo cuando se cumplan 39 años de la guerra de Malvinas. Y el mismo día a las 22 también lo exhibirá el Canal Encuentro.
Durante la guerra de Malvinas, 649 soldados argentinos murieron y más de mil resultaron heridos. Muchos de ellos fueron atendidos por las catorce enfermeras de la Fuerza Aérea en el hospital móvil de Comodoro Rivadavia. Después de 37 años de silencio, Alicia Reynoso, Stella Morales y Ana Masitto, volvieron al lugar a contar sus historias. Aunque la historia de “las enfermeras de Malvinas” fue relevada en la prensa durante la guerra, su historia fue invisibilizada por casi cuatro décadas. La cámara de Strifezzo tiene el mérito de estar en los momentos justos en que ellas tres recuerdan en el refugio que quedó intacto tras 37 años (el viaje fue en 2019). Nosotras también estuvimos es un relato que evita, dentro de lo posible, las entrevistas a cámara: el trío interactúa permanentemente, compartiendo aquella dolorosa experiencia que les costó mucho tiempo poner en palabras.
“La película surgió por una imagen que vi. Era una foto de cinco enfermeras vestidas de verde que caminaban junto a unas ambulancias. Vi esa imagen en un portal de noticias y me llamó mucho la atención porque no había escuchado hablar de ellas”, cuenta Strifezzo en diálogo con Página/12. “En la nota, se mencionaba a ‘las enfermeras de Malvinas’. La imagen me pareció muy hipnótica, parecía un póster”, agrega el realizador. Desde ese momento, anotó algunos nombres que figuraban en el artículo y se contactó con Alicia Reynoso, que vive en Paraná pero que justo en aquel momento estaba en Capital. “Nos juntamos y ella me empezó a contar toda esta historia de las enfermeras que habían participado en la guerra. Ahí me fue abriendo un mundo, me habló de los oscurecimientos, de que se ocultaban en trincheras, de la lejanía que significaba estar en Comodoro Rivadavia en ese momento, de los heridos… Fueron muchas cosas que me fueron abriendo la idea de generar un documental”, sostiene Strifezzo.
-¿Ellas tres son las únicas personas vivas de las catorce que viajaron en 1982?
-De la Fuerza Aérea, a la que ellas pertenecían, fueron catorce. No son las únicas que están vivas, creo que todas lo están. Yo elegí a ellas tres por una cuestión narrativa, porque llevar catorce hubiese sido demasiado, sobre todo por cómo es la película, que busca . Son como representantes. Lo que es importante decir es que eran de la Fuerza Aérea, las mandaron a la guerra. No es que fueron como voluntarias.
-¿Cómo se vivió volver al mismo refugio casi intacto donde estuvieron durante el conflicto bélico?
-Eso fue espectacular. El planteo del documental era ir ahí y registrar ese encuentro con el lugar. Ellas me habían contado un montón de cosas, pero el tema era tratar de llevarlas un poco a que lo vivan, a que lo experimenten de otra manera. Y en esa primera escena donde llegan, extrañamente fueron caminando al refugio pero no sabían que estaba justo a dónde fueron caminando. Algo psicológico, el recuerdo las orientó y fue como un embudo que las hizo desembocar en esa trinchera. Bajaron del auto y fueron directo, así que fue muy fuerte para ellas encontrar ese lugar. Ahí hicieron clic y entraron en este viaje temporal, de revivir las cosas. Se metieron adentro sin dudarlo, se sentaron, estuvieron un rato. Justo estaba el horno donde hacían fuego. Ese lugar parecía una escenografía. Estaba ahí y nadie sabía que estaba ahí porque nadie nos dijo: “Hay una trinchera olvidada”. Fue muy emotivo y eso desencadenó todo lo que se generó después de que entendieron que estaban ahí. Entrando en ese pozo es como que entraron en el 82.
-Algo interesante es que el documental hace el relato a partir de los recuerdos compartidos entre ellas tres. No abusa de las entrevistas a cámara sino que primordialmente son ellas hablando entre sí.
-Claro, eso me parecía fundamental porque yo con ellas había hablado mucho y me contaban historias que eran muy interesantes, pero cuando alguien te lo cuenta a cámara llega de otra manera, más racionalmente si se quiere. Entonces, las pensaba como un personaje colectivo, como que eran un grupo. Cada una tiene sus rasgos, pero más que nada yo quería que lo vivieran, que interactuaran, que una completara a la otra, que una agregue una palabra, un gesto… Funcionaban mucho juntas porque así es la dinámica de ellas y me parecía interesante que las cosas se contaran como más lateralmente, como que surgieran. El tema era ir ahí y que esos recuerdos surgieran. No que yo les preguntara: “¿Cómo era estar en el refugio?”, sino que fueran pasando esas cosas. Un poco se fue dando. Un par de veces me preguntaron si las escenas eran ficcionalizadas, como la del refugio. Y, en realidad, no, nada fue ficcionalizado. Nuestro trabajo era estar ahí con la cámara atentos. Y todo eso pasó tal cual porque a partir de esto del refugio que hablábamos antes, ellas como que viajaron en el tiempo y se sentían en el 82. Los ruidos eran muy importantes.

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