POR NO PAGAR 49 MIL EUROS, LA LECHERÍA ARGENTINA SE ESTÁ QUEDANDO AFUERA DEL MUNDO
En 1903 nacía la Federación Internacional de la Leche, el organismo que rige la ciencia, el conocimiento y el desarrollo para todo el sector a nivel global. Uno de los primeros países que se sumó al organismo fue Argentina, en los inicios de una mayor profesionalización y mejora del sector, cuando las industrias nacionales empezaban a hacerse grandes.
Todos los avatares políticos y económicos de nuestra historia hicieron que se llegara a 2019 con un país jugando en el plano internacional de los lácteos por fuera de la FIL, aunque en el Congreso de la Federación Panamericana de la Leche de 2019, el entonces funcionario Alejandro Sammartino firmara el compromiso de regreso, con condonación de deuda incluido. Ahí hubo fondos comprometidos y que circularon, pero no llegaron a la entidad, e incluso nunca lograron impacto en organismos técnico-científicos que quedaron al margen de debates y definiciones aplicables a la actividad del sector industrial y primario, además de capacitaciones, informes e incluso congresos clave para la definición de negocios, por ejemplo.
Vamos a hacer un repaso de las instancias que siguen generando la falta de cambios en el caso y que, como comentan algunas fuentes del sector, “están rifando la credibilidad de Argentina por 49 mil euros”.
Esta gestión ejecutiva nunca se ocupó del tema hasta fines de abril de 2022, cuando en el único viaje internacional dedicado al sector lechero, junto a una delegación de la provincia de Santa Fe, el Director Nacional de Lechería manifestó en un encuentro con el titular de la FIL, Piercristiano Brazzale, que la única manera de volver era con la condonación de la deuda acumulada por un aproximado de 140 mil euros.
De esta manera, un país que incumple hace más de 20 años comenzaba una vez más el camino de la búsqueda de dádivas, ante el bloque de 40 principales países productores de leche, que representan el 74% de la producción mundial, incluyendo a Brasil, México y Chile, que sí cumplen y aprovechan los beneficios de pertenecer a la Federación.
Conociendo la reputación argentina, no sólo en el sector de política lechera, sino el del país en cuestiones económicas, se sabía que iba a ser una gestión compleja.
Ya en mayo pasado Videla encabezaba una reunión en la que planteaba ante el Centro de la Industria Lechera, la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas, la Funpel, e incluso los gobiernos provinciales donde propone que entre todas estas partes de la cadena se cubra la mitad del costo de una cuota anual, mientras que el Gobierno Nacional se encargaría del monto restante, con la condición de generar una mesa de trabajo orientada la FIL, para lograr una real “socialización de la información”.
Luego se reúne el funcionario con el INTA, el INTI, el sector privado y los gobiernos de Entre Ríos, La Pampa, Córdoba y Santa Fe, además del presidente de la FIL junto a funcionarios técnicos, donde con claridad se manifiesta el beneficio técnico y científico que le representa a la producción primaria e industrial de cada país la pertenencia al organismo.
Con mucho énfasis el INTI es el que indica el valor clave de contar con regulaciones internacionales actualizadas, la participación en sus debates y el impacto comercial no sólo a nivel interno, sino también en el plano de las exportaciones.
El sector privado es el que empieza a frenar la gestión y se sienta sobre la decisión de “no seguir poniendo plata”, teniendo en cuenta el impacto negativo de las retenciones en las exportaciones, con un márgen de nueve puntos en leche en polvo y 4,5 por ciento en quesos y el resto de los productos.
Esta negación genera un silencio preocupante para el sector que sólo se rompe con las voces de representantes de empresas internacionales que manifiestan no estar interesadas en hacer aportes desde Argentina, mientras sus sedes centrales ya pertenecen a la FIL y tienen la información clave para avanzar en los negocios lecheros. La crisis económica atenta sobre cualquier planificación, sobre todo de las empresas más chicas y deja de lado el tema por algunos meses.
Ya con Juan José Bahillo como secretario de Agricultura de la Nación, se reactiva la negociación, con una predisposición manifiesta de lograr un acuerdo. En el congreso mundial de la FIL en India, Brazzale manda el claro mensaje de querer a “Argentina de regreso”.
En una reunión virtual con presencia de autoridades económicas del Gobierno, tiempo después, se explicita la necesidad de armar un plan de pago de la deuda, aunque se vuelve a pedir la condonación de lo pendiente para que sea el Estado el que cubra el monto.
Para noviembre del año pasado el compromiso era firme por parte del Gobierno argentino, si no se cobraban las cuotas que se reclamaban desde 2019, el país iba a volver.
La condición que ponía la Federación era cumplimiento del nuevo acuerdo y permanencia de diez años, como mínimo, lo cual se cierra de forma presencial entre Bahillo con Brazzale, donde el funcionario nacional promete la extensión de una Resolución donde conste el acuerdo y se pueda hacer el pago de 49.700 Euros para recuperar la membresía durante 2023.
Los reclamos posteriores no obtuvieron respuesta y la actitud de los integrantes de la Secretaría de Agricultura no colabora para poder visibilizar una solución, sino todo lo contrario, esta gestión sería la responsable de una expulsión por muchos años de Argentina de la institución que reglamente a la lechería. Es como creerse un importantísimo club de la Liga Profesional, pero no pertenecer a la FIFA y entonces, jugar con reglas que no son las globales para la actividad.
En 2022 nuestro país exportó casi 413 mil toneladas, por un valor superior a 1.675 millones de dólares. Argentina podría resolver este escándalo internacional con el 0,002 por ciento de ese total.
Consultados por Bichos de Campo sobre el tema y de forma personal, tanto Bahillo como el secretario de Ganadería, José “Cacho” Romero, reconocen que “el Gobierno no tiene el dinero, no hay dólares”. La pregunta que cabe es, ¿cuál es el destino de los fondos recaudados por impuestos y retenciones del sector lácteo?, ¿no pudo el Gobierno hacer un mínimo colchón de resguardo a partir de la histórica campaña agrícola de 2021/2022 para cubrir compromisos internacionales?.
El dinero recaudado pareciera caer en un agujero negro, porque nadie sabe a dónde van pesos y dólares generados por el sector agroindustrial, pero es aún peor conocer que Argentina no cumple actualmente con ninguna membresía ante organismos internacionales de diversos sectores.
Lo siguiente sería saber si puede ser gratuito que un funcionario nacional comprometa al país en temas que sabe que no se van a cumplir y que interponga al Estado tan livianamente con el único fin de lograr exposición internacional.
Los países miembro de la Federación Internacional de la Leche están al tanto de la situación, es incomprensible para quienes están habituados al cumplimiento de las normas que estas cosas ocurran sin ningún nivel de vergüenza, claro que las consecuencias serán fuertes.
Tomando estrategias de la antigua Grecia, siendo ese país miembro de la FIL a través del bloque europeo, es fácil comprender que Argentina puede ser condenada al ostracismo, al destierro institucional y es lógicamente comprensible.
La primera vez que Argentina dejó de pagar la membresía fue en 1963 iniciándose una seguidilla de incumplimientos constantes que incluyeron renuncias, suspensiones temporales, pero sobre todo, desde 2001 nuestro país no paga cuotas de pertenencia.
La única solución posible ante este papelón internacional es salir a pagar en un plazo inmediato la factura pendiente para este año, o directamente esperar que el honor de algunas empresas se salve de forma individual consiguiendo acuerdos particulares.
El escándalo de la FIL demuestra que la crisis en la lechería argentina no está ligada solamente a los desatinos de la política y la economía, la falta de lobby para poner representantes en el Gobierno, sino a la falta de criterio conjunto en los puntos fundamentales del sector. Esto es mucho más sencillo de resolver y acordar que el pago de materia prima por calidad y sin embargo, tampoco logra avances.
La lechería argentina parece estar como le corresponde.