CAMBIOS DRÁSTICOS EN EL CONSUMO POR LA CRISIS DEL CORONAVIRUS
Por la crisis, la gente se volcó por los grandes súper y las primeras marcas. Esto podría alterar los hábitos de compra, dicen los especialistas.
“Mercadería no te va a faltar, siempre que la tengamos”. Es lo que vienen escuchando las cadenas de supermercados y mayoristas de sus principales proveedores, todos atentos al pico de demanda que desató la crisis del coronavirus. Aunque la situación tiende a normalizarse, persiste la incertidumbre por la aplicación de la cuarentena obligatoria, una medida que podría complicar la producción y también la distribución de artículos básicos, como alimentos, bebidas, tocador y limpieza.
Pero algunos especialistas consideran que la pandemia produjo un impacto disruptivo en los patrones de consumo y que las grandes cadenas comerciales y las marcas líderes tienen una gran oportunidad. “Esto altera todo y representa un desafío tanto para los supermercados como para las primeras marcas, porque pueden recuperar parte del terreno perdido durante los años de recesión”, resumió el director de la consultora W, Guillermo Oliveto.
Del 12 al 15 de marzo fue el período más crítico. Tras confirmarse los primeros casos de coronavirus en el país y la eventualidad de una cuarentena, una multitud arrasó las góndolas en una estrategia de aprovisionamiento preventivo: repelentes, alcohol, jabón antibacterial, lavandinas, papel higiénico, aguas minerales, harinas, fideos, arroz, aceites y enlatados. Nada que no se haya visto en otros países afectados, según indica un estudio global de la consultora Nielsen.
Fueron compras a granel para llenar las despensas, un acto reflejo mezcla de pánico y preocupación generado por el cerco que intenta frenar la propagación del coronavirus. “Es normal y pasa en todo el mundo: frente a la posibilidad de un cierre total, la gente quiere estar abastecida”, describe Oliveto. Pero agrega que en esta ocasión, “las primeras marcas pueden recomponer su vínculo con los consumidores, según cómo se comporten en esta crisis”.
Jugar bien implica estar presente en las góndolas con precios lógicos en momentos difíciles, porque “eso es algo que será recordado”, interpreta Oliveto. Algo es cierto. En los días más convulsionados, la gente abandonó la brújula del precio más conveniente, las compras bajo promoción y las tácticas oportunistas. Por el contrario, hubo un vuelco masivo a los híper, súper y tiendas mayoristas para obtener productos básicos en cantidad.
Scentia acaba de terminar un estudio detallado sobre la “corrida”, el primero que se conoce y al que el Económico accedió en exclusiva . Según la consultora, el primer salto se inició el jueves 12 de marzo: ese día las ventas de productos masivos crecieron 98% con respecto al mismo día del año anterior. Después, viernes y sábado se registraron subas de 113% y 83% para finalizar el domingo con un registro memorable de 201%. A ese día en particular, las cadenas lo equipararon con el período navideño. Con la salvedad que, en esta ocasión, las góndolas no estaban preparadas para responder.
¿Cuáles fueron los productos más demandados? El top ten de Scentia, según los porcentajes de crecimiento interanuales, está integrado por lavandina (123% en unidades), harinas (112%), premezclas (104%), toallitas desinfectantes (102%), vegetales en lata (98%), jabón (96%), legumbres (94%), puré instantáneo (94%) y desodorantes ambientales (89%). En el supermercadismo creen que la etapa de stockeo está terminando. “Estamos volviendo al ritmo habitual”, arriesgan los supermercadistas.
Para los comercios, la prioridad hoy es mantener las puertas abiertas y las góndolas llenas. No es un dato menor: el normal abastecimiento de mercadería es un tema crucial. Tanto para la logística (almacenamiento en depósito y distribución en los puntos de venta) como para los fabricantes. “Hoy operamos con cierta normalidad, salvo algunas cuestiones puntuales. La semana pasada se registraron quiebres de stock (faltantes) en aceites, harinas, arroz y fideos”, graficó un ejecutivo de una alimenticia. Sin embargo, y con mucho énfasis, dice que la preocupación es otra: “En la industria no existe un manual preventivo frente a un eventual caso positivo en una planta”.
El temor es extendido, sobre todo entre los fabricantes de alimentos y bebidas. La continuidad de la operación es una de las preocupaciones que las cámaras sectoriales de toda la cadena de valor (productores, distribuidores y comercios) le plantearon al Gobierno la semana pasada para zafar de la cuarentena. “No vemos problemas, pero tendremos menos personal y no sabemos cuánto menos”, se sinceró Daniel Funes de Rioja, presidente de la Copal.
La cadena de aprovisionamiento de mercadería tiene 4 eslabones fundamentales: producción, distribución, almacenamiento y colocación en góndola. La cuarentena obligatoria es un desafío para los 270.000 puntos de venta distribuidos en todo el país, un complejo entramado que abarca supermercados, mayoristas, autoservicios, quioscos, farmacias, almacenes y ferias. Las restricciones pasadas, dice Funes de Rioja, venían “dificultando el paso de los camiones entre las provincias”, ejemplificó.
“Estamos trabajando con nuestra cadena de suministros, distribución y socios minoristas y también implementamos medidas de seguridad adicionales en nuestras fábricas”, señalaron desde Nestlé. Pero aclararon que “estamos evaluando la situación día a día”. La compañía suiza es una de las principales proveedoras de agua mineral, uno de los productos más demandados desde el inicio de la crisis.
“Nadie estaba preparado para una corrida de consumo. No había tanto stock en los depósitos de las grandes tiendas, lo mismo que el ritmo de producción en las plantas”, explicó Javier González, director de Nielsen. Los días de furia pasaron, pero la demanda de productos sanitarios, de higiene y alimentos no perecederos se mantiene, pero en niveles más “normales”. La cuarentena obligatoria plantea otros interrogantes, sobre todo por la merma de personal.
Otra novedad son las restricciones de los comercios para evitar contagios: pocos clientes al mismo tiempo y mayor distancia en las líneas de caja. Y el personal de los autoservicios chinos atiende con barbijos y guantes de látex.