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A UN AÑO DEL COMIENZO DE LA CUARENTENA: ¿QUÉ CAMBIÓ EN LA VIDA DE LOS ARGENTINOS?

El aislamiento por la pandemia del coronavirus modificó las rutinas de miles de personas. La palabra de quienes debieron reinventarse para subsistir. El 20 de marzo del 2020, la cuarentena obligatoria por la pandemia de coronavirus comenzó a regir en todo el territorio argentino tras un decreto firmado por el presidente, Alberto Fernández. En el transcurso del año, miles de personas debieron reinventarse para subsistir a la crisis económica profundizada por las restricciones. ¿Qué cambió en sus vidas?

Hace 12 meses, Leonel Mariani era el responsable, junto a sus hermanos, de cuatro salones de fiestas infantiles que con mucho esfuerzo habían podido adquirir en Caballito. Pero ante el cese de actividades no esenciales debieron bajar las persianas y dedicarse a otra actividad. “Unos días antes del aislamiento los papás y mamás de los niños que solían celebrar acá empezaron a suspender o postergar los cumpleaños. Estuvimos un mes parados y después nos dimos cuenta que iba a ser para largo”, señaló a Crónica el joven, quien comentó que “tras eso nos propusimos buscar alternativas, ya que teníamos 25 empleados”. Su primera reacción fue vender entre sus conocidos algunos productos de la canasta básica, pero no le fue muy bien. Luego optó por poner una verdulería, donde armó su clientela y logró saldar deudas. Sin embargo, en diciembre pasado la cerró porque empezó a bajar el trabajo. “La verdulería nos hizo sostener los salones hasta fin de año, pero en un momento intentamos volcarnos al sector gastronómico y no funcionó”, agregó. En la actualidad, al salón más grande que tenían lo tuvieron que cerrar. Hoy, anhelan poder trabajar como lo hacían antes de la pandemia. “Esperamos que se festeje algo, aunque viene todo muy lento y la gente sigue con miedo por la presunta segunda ola. La realidad es que nos tuvimos que reducir muchísimo porque ya esto es insostenible”, cerró. La era del trabajo virtual
Lucas Oviedo es profesor de Impresión 3D y Reparación de PC y da clases en el Centro de Formación Profesional 406 de la Matanza. En su vida, hubo varios cambios durante el último año, por ejemplo, el tener que interactuar con sus alumnos de forma remota.

“Como el resto de mis colegas, incursioné en la modalidad virtual. Los primeros meses fueron bastante complejos porque tenía que adaptarme al nuevo sistema y mantener a los estudiantes enganchados. Resultó complicado porque nunca nos pudimos ver en persona”, precisó y aclaró que “en ningún momento” dejó de dar clases.Asimismo, reconoció que el estar en su casa le permitió aprovechar el tiempo libre que le dejaba el no tener que desplazarse hacia su empleo. “Empecé a cursar una carrera nueva de Coach y me sumé a diversas capacitaciones para perfeccionarme”, destacó. or su parte, Fernando, auxiliar del colegio donde ejerce su profesión Oviedo, expresó que “la institución estuvo cerrada desde el inicio de la cuarentena hasta mediados de noviembre del 2020, y cuando volvimos no solo que se redujo el personal presencial sino que también la cantidad de veces que íbamos a trabajar por semana”.

Hoteleros, complicados
Crónica se contactó con dos trabajadores del sector hotelería y ambos coincidieron en que la situación se volvió crítica tras las restricciones por la llegada del coronavirus.

“Estuvimos cerrados hasta fines de agosto y ahora estamos trabajando entre un 25% y un 30% de la capacidad”, dijo a este medio Diego, conserje del Gran Hotel Vedra, ubicado a unas pocas cuadras del Congreso. En ese lugar, la llegada de turistas es casi nula y los pocos que concurren van para pasar la noche o para realizar algún trámite que se resuelve en el día. La problemática que viven los hoteles es similar a la que registran los restaurantes situados en el centro porteño. “No circulan extranjeros, las oficinas están con home office, los cines permanecen cerrados y los teatros a media máquina”, argumentó el hombre.Por su parte Lisandro, empleado del Hotel Alcazar, ubicado sobre Avenida de Mayo, remarcó que “el panorama es complicado. En lo personal, dejé de pagar al banco, estoy endeudado y tenemos que agradecer a nuestro empleador porque siempre nos bancó”.

“Los húespedes que vienen, están de paso. Antes el turista compraba un city tour o la entrada a un show de tango y con eso sacábamos un adicional. Pero ahora no hay nada de eso y nos las arreglamos con lo poco que quedó. La vida nos cambió por completo”, concluyó.

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