CHIPÁ DURO, FIERRAZO IRRACIONAL Y UNA AUTOPSIA QUE CAMBIÓ TODO
El comentario de un cliente enfureció al vendedor, que lo atacó de manera salvaje. El agredido murió. Pero el forense dictaminó que, pese a los golpes, el deceso lo causó una neumopatía atribuida a la atención en el hospital.
Un vendedor ambulante de chipá de la zona de Constitución fue condenado por la justicia acusado de provocarle heridas gravísimas a un cliente que lo acusó de ofrecer mercadería en mal estado. “Ese chipá que vende está duro”, le dijo la víctima a un amigo cuando pasaban por el puesto, tras lo cual recibió una serie de fierrazos en la cabeza, de parte del vendedor, que posteriormente derivaron en su muerte en el Hospital Argerich.
Según trascendió, el Tribunal Oral 13 de la Ciudad de Buenos Aires condenó a tres años de prisión al vendedor Carlos Alberto “El Cordobés” Medina, por las lesiones en el cráneo que le provocó a Gabriel de Jesús Núñez, en un hecho registrado el 20 de setiembre de 2018.
Cabe destacar que al comienzo de la pesquisa, el vendedor de chipá estaba muy complicado, ya que la acusación en su contra se relacionaba a un homicidio. Sin embargo, los informes aportados por la autopsia y los médicos del Hospital Argerich -donde la víctima fue atendida y falleció- le permitieron esquivar esa figura penal que lo colocaba ante una segura condena a perpetua.
“Medina había sido albañil en su provincia, con trabajos para varias empresas de construcción. Después llegó a Buenos Aires” por 2015, “donde se ganó una marca en su contra, el Tribunal Oral 24 lo condenó el 8 de octubre de ese año a diez meses de cárcel por un intento de robo”, contó el periodista Federico Fahsbender al brindar datos del fallo judicial en el portal Infobae.
Lo cierto es que el jueves 20 de setiembre de 2018, Gabriel de Jesús Núñez y su compañero Francisco Orellana volvían desde Alejandro Korn después de una jornada de trabajo. Pasaron frente a la canasta de chipá de “El Cordobés” poco después de las 17 tras bajar del tren Roca. Orellana le preguntó a su compañero si quería comprar.
Núñez, de 24 años, oriundo de Florencio Varela, ya conocía esos chipá de antemano. Le dijo que no, que venían duros. “El Cordobés” escuchó el comentario sobre la calidad de su mercadería. No lo dejó pasar, según la acusación en su contra.
Tomó un fierro de construcción, una varilla de metal, y se dirigió hasta la parada del 46, a pocos metros. Segundos después, junto a un hombre desconocido hasta la actualidad, Medina atacó a Núñez y a Orellana. Orellana se llevó algunos golpes en la cara antes de bloquear el ataque con el bolso que llevaba.
Núñez, su cuñado, se llevó la peor parte: cayó al piso de rodillas, luego quedó inconsciente. Medina lo golpeó en la cara con el fierro, sin piedad. La Policía no lo socorrió de inmediato, supuestamente quienes estaban de consigna en la cuadra seguían a alguien que les había parecido sospechoso un poco antes.
Medina desapareció entre el tumulto. Núñez fue encontrado por el SAME, ensangrentado, enviado de urgencia al hospital Argerich. “Traumatismo encéfalo-craneano”, dijo la planilla en la ambulancia. Una semana después, Núñez murió en una cama del hospital y el caso se convertía para la Justicia en un homicidio.
Casi un mes después, Orellana volvió a Constitución. Lo encontró al “Cordobés” de casualidad, zapatos marrones, una gorra, mientras caminaba sin problemas. Ya había sido entrevistado por un detective de la división Homicidios de la Policía Federal. Así, volvió a la división, pidió por un efectivo, regresaron a Constitución. Así, marcó a Medina, que fue detenido y luego quedó preso en el penal de Marcos Paz.
El 26 de diciembre de 2019, “El Cordobés” fue condenado por el Tribunal 13 a tres años de cárcel. Enrique Gamboa, Diego Leif Guardia y Adolfo Calvete integraron el Tribunal, Aldo de la Fuente fue el fiscal de juicio. La pena parecería a simple vista sumamente menor por herir a un hombre y matar a otro.
Sin embargo, hubo un cambio en el medio, una nueva figura: “El Cordobés” ya no estaba acusado de homicidio gracias a nuevos datos que ingresaron en el expediente.
La autopsia fue practicada en la Morgue Judicial por el forense Héctor Konopka, el mismo que realizó el primer estudio al cuerpo de Ángeles Rawson. Konopka declaró en el juicio para detallar su informe. El daño que encontró dentro del cráneo de Núñez fue notable. Encontró, efectivamente, un traumatismo de cráneo que causó fracturas internas y comprometió la masa encefálica, que había empujado uno de los ojos de la víctima hacia adentro y destruyó el techo de su órbita ocular.
Varios médicos declararon en el juicio, emergentólogos, médicos de guardia, especialistas con años en el Argerich. Un informe apuntó a la colocación de un catéter, a una hemorragia interna, a “una infección a nivel del cerebro”, lo que generó una repercusión en todo el organismo, un efecto dominó.
Así, el Tribunal se encontró con esta paradoja: Medina y su fierro enviaron al hospital a Núñez, pero, en términos estrictos, no le causaron la muerte. Fue condenado finalmente por el delito de lesiones graves. No se habla de responsabilidades médicas en los fundamentos del TOC 13 para su veredicto, el término “mala praxis” no aparece en sus 89 páginas.