YAYOI KUSAMA, LA ARTISTA QUE DESDE UN PSIQUIÁTRICO CONQUISTA LOS MUSEOS DEL MUNDO
¿Quién es Yayoi Kusama? ¿Por qué la obra de esta artista japonesa es tan relevante para el arte internacional? Conocé su historia y su trabajo.
La japonesa Yayoi Kusama es una de las artistas vivas más cotizadas. Rival de Andy Warhol en la escena underground de Manhattan y protagonista de numerosas exposiciones como las del Reina Sofía, Centre Pompidou y Tate Modern en 2011-2012.
Kusama, nació en Matsumoto, Japón, en 1929 y su trabajo emana un misticismo cósmico oriental que expande en la repetición de cada gesto convirtiendo su vulnerabilidad en fortaleza, transformando sus miedos y alucinaciones en arte.
La artista sufre trastornos de integración y despersonalización y por ello se internó voluntariamente, en 1973, en un sanatorio mental en Sawa, donde aún vive.
Ejemplo de resiliencia, traduce sus problemas mentales al lenguaje artístico en un ejercicio de arteterapia radical: “Que esta indescriptible depresión estalle en el cielo / que florezca en la oscuridad como fuegos artificiales”.
Kusama es una creadora salvaje, trabajando nueve horas diarias de lunes a sábado. Incluso ahora, con 94 años, continúa pintando lienzos pequeños.
A través de la pintura, la moda, la performance, el happening y la escultura creó un recorrido tanto cronológico como temático de sus grandes preguntas existenciales: el infinito, la acumulación, la conectividad radical, lo biocósmico, la muerte y la fuerza de la vida.
Una artista de una profunda filosofía holística, ética y trascendental con importantes conexiones con la naturaleza. Bajo una apariencia pueril Kusama esconde múltiples capas de oscuridad.
Desde instalaciones monumentales, como las que realizó para Louis Vuitton interviniendo fachadas de edificios o pocas piezas, pero rotundas, sin margen para profundizar en su poliédrica figura, no solo como pintora y escultora sino también como escritora, diseñadora de moda, activista o pensadora son parte de su cosmovisión.
En varios de sus autorretratos apunta una gramática propia de redes y formas tentaculares y, por supuesto, sus lunares, que lejos de ser adorno devienen símbolo. Para Kusama representan los espacios negativos dentro de una red.
Estos lunares o puntos, en japonés mesotama que significa “gotas de agua”, democratizan y conectan a todos los seres del mundo con el propósito de liberar el espíritu hacia el infinito.
Kusama cuenta que la primera vez que vuela de Japón a Seattle en 1958, animada por la pintora Georgia O’Keeffe, con quien mantenía una relación epistolar, se queda fascinada con lo que ve desde la ventanilla del avión y desde entonces trata de reproducirlo obsesivamente.
A partir de esta gramática crea el concepto de Auto-obliteración, que lleva a toda su obra su famoso punteado expandido, como en la instalación homónima de maniquíes realizada entre 1966 y 1974, mediante el que reivindica un vaciado del ego para vernos en igualdad, incluyendo a los colectivos invisibilizados.
Su activa militancia contra la Guerra de Vietnam, el consumo de masas o las discriminaciones raciales y de género son parte de su faceta política.
Además, Kusama celebró la primera boda homosexual, abrió un club social gay e inició una revolución sexual desde sus happenings en los que llenaba de lunares cuerpos desnudos en los espacios públicos de Nueva York a pesar de su miedo al sexo, que plasma en sus esculturas blandas, sofás, zapatos o vestidos plagados de falos textiles.
Precisión, delicadeza de apariencia sencilla y un complejo universo de trascendencia radical son la marca de esta artista tan relevante para el arte internacional.