MEDICAMENTOS QUE “ENFERMAN”:
Más allá del congelamiento dispuesto por el Gobierno, los remedios subieron por encima de la inflación en lo que va del año. Qué dijeron referentes del sector consultados por Popular.
Es una experiencia diaria. Desde que se levanta hasta que se acuesta por las noches, Mercedes toma ocho medicamentos por diversos problemas de salud. Padece hipertensión, colesterol y diabetes. Y a eso se suma la recuperación de un cáncer de riñón y la cirugía de aneurisma cerebral a la que fue sometida tiempo atrás. En total, gasta unos 20.000 pesos por mes en remedios, con descuentos incluidos de su obra social. “Vivo sola, alquilo y ya no sé por dónde más ajustar mis cuentas para poder comprarlos”, le cuenta esta jubilada de 73 años a Popular.
Como Mercedes, miles de argentinos consumen medicamentos y la situación complica sus presupuestos. Ocurre en un contexto donde la inflación interanual alcanzó el 113,4% en julio pasado, según el dato publicado por el Indec, y promete dar un salto fuerte en agosto. El rubro de la salud no se queda atrás con respecto al índice de general de precios: en los últimos 12 meses trepó el 108,9% y en julio fue uno de los que registró mayores incrementos: la cifra llegó al 9% y sólo quedó por debajo de Comunicación (12,2%) y Recreación y cultura (11,2%).
A esta altura, ir a la farmacia es un dolor de bolsillo. Por el salto devaluatorio que elevó el tipo de cambio oficial a $365,50 luego de los PASO, los remedios subieron entre 15% y 25%. La noticia significó un duro impacto para los pacientes. Finalmente, el Gobierno anunció días después un acuerdo con laboratorios nacionales y cooperativos para que “no haya más aumentos de medicamentos hasta el 31 de octubre próximo”. “El Estado cede parte de impuestos y las empresas, parte de su rentabilidad”, señaló el ministro de Economía y candidato presidencial, Sergio Massa.
De todos modos, la suba de los remedios por encima de la inflación no es una novedad post elecciones primarias. Un informe publicado por el Centro de Profesionales Farmacéuticos Argentinos (Ceprofar) advirtió que en el primer semestre de este año hubo un incremento total del 60,8%; es decir, más de diez puntos por encima del Índice de Precios al Consumidor del (Indec). Así, la caja de ibuprofeno 600 de diez comprimidos, que a comienzos de enero costaba $900, casi llegaba a los $1.500 en junio. Y el valor trepó aún más con los últimos aumentos.
Las subas se producen mientras las entidades que representan a las farmacias también dicen verse perjudicadas. En ese sentido, el Colegio de Farmacéuticos de la Provincia de Buenos Aires (Colfarma) denuncia “serias distorsiones en la cadena de comercialización de medicamentos”, que involucran a los “laboratorios productores y droguerías y distribuidoras” hasta llegar a los comercios del sector.
“A raíz de la coyuntura política, o por mera especulación, algunas de estas empresas pusieron tope a la cantidad de unidades de medicamentos que le venden a las farmacias, modificaron desfavorablemente las condiciones de compra y plazos de pago, recortando los recursos de las mismas, que en su mayoría son unipersonales o familiares, y afectando la posibilidad de seguir brindando un servicio de calidad a nuestros pacientes”, señala la entidad en un comunicado.
La situación se agrava aún más por otro motivo. “Los períodos de pago de las obras sociales y las prepagas son extensos, dado que van desde los 45 hasta los 90 días. Y si bien están acordados, no se pueden sostener en un contexto económico e inflacionario como el que atraviesa el país. Muchas veces las farmacias no podemos reponer medicamentos por causas ajenas a nosotros. Estamos trabajando con el stock disponible”, explica Alejandra Gómez, presidenta de Colfarma, en diálogo con Popular.
Y luego describe: “La realidad es que las farmacias son las que tienen que reponer o adquirir el medicamento para poder dispensarlo, pero en la cadena de pagos, cuando uno le abona a la droguería, el plazo es más corto que cuando uno recibe el dinero de las obras sociales o las prepagas. Es ahí donde empieza el desfasaje”.
Fuentes de otras entidades que representan a las farmacias aclaran a Popular que “no hay desabastecimiento”. “Lo que sí sucede -continúan- es que vos querés comprar medicación y las empresas no te venden la cantidad que necesitás, sino menos. Y a veces no tenemos referencia en el precio. Como todo comercio, y más allá de brindar un servicio de salud, muchas veces no sabemos a qué valores vender los remedios, porque no sabemos si mañana vamos a poder comprarlos”.
Según un informe privado que se publicó en 2022, los medicamentos de venta libre más consumidos por los argentinos -en términos de facturación- son aquellos vinculados al aparato digestivo y metabolismo, los antineoplásicos e inmunomoduladores, aquellos que actúan sobre el sistema nervioso, y el aparato cardiovascular.
Ante los aumentos de precios y las “distorsiones” en la cadena de comercialización, Alejandra Gómez sintetiza: “Los pacientes tienen medio de no acceder a la medicación. Y no estamos hablando de un bien o un producto, sino de la salud”.