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SE USÓ MÁS BARBIJO QUE PROFILÁCTICO EN PANDEMIA

Durante la pandemia, la sexualidad de las personas se modificó notablemente. DIARIO POPULAR dialogó sobre estos cambios con la sexóloga Sandra Lustgarten.

En el contexto de las restricciones impuestas por la pandemia de Covid-19, la conducta de las personas cambió drásticamente. En materia de sexo se produjeron modificaciones notables y, muchas veces, negativas. DIARIO POPULAR dialogó con la sicóloga y sexóloga Sandra Lustgarten (Mat. Nacional 19.529) para conocer los cambios en la sexualidad de los argentinos durante los 20 meses más duros de la propagación del coronavirus.

El uso del profiláctico “pasó de moda”
Entre los hechos negativos generados en el marco de la cuarentena, la profesional destacó que “el uso del profiláctico quedó demodé.. a muchos ya no les importaron las enfermedades de transmisión sexual (ETS), a tal punto de inconsciencia que algunos pacientes me han llegado a decir: ‘murió más gente de Covid 19, que de HIV'”.

“Si bien es cierto que mucha gente sobrevivió y sobrevive al HIV, se deben seguir tomando precauciones para evitar esa y otras ETS, aunque siempre ha sido difícil imponer el uso generalizado del profiláctico, por lo cual siempre se debe insistir con el tema”, explicó Sandra Lustgarten.

Durante la pandemia siguieron aumentando las tasas de embarazo adolescentes. lo cual, aseguró la sexóloga, confirman que cayó el uso del condón durante esa etapa.

“¿Con el barbijo se puede tener sexo?”
Además de miedo a la muerte, la cuarentena trastrocó las costumbres de las personas y generó un alto grado de confusión. Prueba de ello, es que pacientes que concurrían al consultorio de Lustgarten le manifestaban un miedo poco racional al contagio a la hora de manifestar la pasión.

“Algunas personas llegaron a preguntarme si podían tener sexo con el barbijo puesto -narró la sexóloga-, pero otras hasta negaron la pandemia y buscaron parejas sexuales por varias vías y sin tener los cuidados sanitarios necesarios”, concluyó.

Juguetes, cambio de parejas e Internet
Durante los difíciles tiempos de cuarentena, las personas eligieron distintos caminos para redefinir su sexualidad. “Algunos eligieron los juguetes como alternativas hasta novedosas que, en algunos casos, sirvieron para mejorar el orgasmo femenino”, explicó Sandra Lustgarten basada en la experiencia acumulada en su consultorio .

“Otras personas descubrieron la posibilidad de sexo grupal por internet -añadió-. Una nueva variante que estimulaba a aquellos más sumergidos en los temores de la perdida de erección ante la posibilidad de contagiarse”.

En la medida que el encierro obligatorio se extendía, algunas personas decidieron violar las normas. “Durante los primeros tiempos de la pandemia el encierro se sostuvo hasta que empezaron las escapadas por cualquier medio para tener sexo y descartar el sexo virtual, que no llenaba del todo y que, en un primer momento, fue un estímulo a la fantasía que pronto decayó”, describió la profesional que, además de su trabajo en Argentina, es consultora de distintas instituciones médicas de América y la Unión Europea (UE).

En la misma línea de falta de cuidado y responsabilidad frente al riesgo de propagar el coronavirus, “llegaron a abundar los dudosos y descreídos de la realidad de la pandemia, que se convencían que la violación de la norma de aislamiento para concretar un cambio de pareja era una proeza que merecía ser contada”.

Pese al progresivo desinterés que fue generando el sexo virtual a través de las redes, Lustgarten valoriza esa opción: “las redes como alternativa para el aislamiento, la camarita y la web salvaron muchas vidas sexuales y aliviaron las ansiedades relativas a la abstinencia sexual”, aseguró.

La masturbación creció exponencialmente
Sobre la base de su conocimiento teórico y la experiencia empírica del trato diario de pacientes en el consultorio, Sandra Lustgarten hizo un balance de los sucedido en materia de sexualidad durante la larga cuarentena argentina. “El sexo en la pandemia demostró altos porcentajes de personas con diversas disfunciones sexuales como falta de deseo, impotencia, eyaculación precoz y adicciones sexuales (por ejemplo, a la pornografía). Sobre todo creció exponencialmente la masturbación, tanto en hombres como en mujeres, sin diferenciación de cultura o educación sexual y como una forma de controlar también la ansiedad experimentada por la falta de trabajo, encierro, aislamiento social “.

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